Considerados como piezas maestras de la joyería, 7 se perdieron. El huevo de la Coronación Imperial es uno de los mucho más distinguidos de todos los Fabergé. Con la ejecución de la última familia imperial en 1918, estas joyas se recubrieron de una inevitable capa de malditismo, y muchas comenzaron un enigmático viaje hacia insospechados puntos del globo. Material perfecto para despertar un detectivesco fenómeno fan en la era de Internet, con cientos y cientos de páginas web dedicadas a la especulación.
De las manos del genial George Stein brotó una joya llevada a cabo con esmalte de oro, sobre la que se sustentaron diamantes formando el escudo imperial. En el huevo, como sorpresa, una miniatura del carruaje, en oro, platino y cristal, con el que Alexandra entró en Moscú como princesa y salió como emperatriz.
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El Palacio Shuvalov, Sede Del Museo
Deseaba revenderlo a un comprador que lo derretiría por chatarra de oro. Pero, por suerte para él, debió haber adivinado de forma equivocada cuánto oro había en el huevo, pues no entre los potenciales usuarios que se aproximó pensó que aquella figura valía su precio de venta.
Uno de los huevos desaparecidos tras la Revolución Rusa. Fabergé empleó para la creación de los huevos muy distintos metales como oro, platino, plata, cobre, níquel y otros mucho más que mezclo con maestría para conseguir los diferentes tonos y colores de la cascara exterior del huevo. Antes de partir a Rusia, los huevos que adquirió Victor Vekselberg y también presentarán al público en la sede de Sotheby\’s en Novedosa York, en una fecha todavía no definida.
¿qué Son Los Huevos De Fabergé Y Cuánto Cuestan?
Así el emperador Alejandro III tuvo la iniciativa de encargar la creación de un nuevo de Pascua especial como una sorpresa para la emperatriz. De este modo nació el primer huevo de Pascua imperial en 1885. El huevo es descrito como un “huevo en el estilo del Imperio”, de nefrita con oro, 2 diamantes y una miniatura, un retrato del Zar como sorpresa del huevo. No hay dibujos o fotografías de la pieza, con lo que es bien difícil entender con certeza cómo se ve.
El resto se encuentran repartidos en diversos museos y compilaciones privadas. Se trata de un museo privado, que aloja algunos de los conocidos huevos Fabergé, los huevos de Pascua mucho más costosos del mundo, unas poco comúnes piezas de la orfebrería rusa de los siglos XIX y primeras décadas del XX. Los de la reina de los ingleses se dan a conocer estos días en Buckingham, al lado de otros objetos Fabergé de los que tan ferviente seguidora se ha declarado nuestra Isabel II, lo fue antes la reina madre y lo es asimismo el príncipe Carlos.
La tradición de los huevos imperiales acabó en 1917 con la Revolución Rusa y el asesinato de toda la familia Románov. Estos huevos conmemoraban hechos esenciales en la vida y el gobierno de la familia Románov. Era tan difícil hacerlos que su elaboración podía llevar 1 año con un aparato de artesanos altamente cualificados y que debían almacenar el mayor secreto sobre el contenido de los huevos. Un museo que sugiero conocer es el museo Fabergé de San Petersburgo, un pequeño y muy elegante museo que muestra las joyas favoritas de los zares, entre las cuales destacan los famosos huevos de Pascua.
Entre los huevos desaparecidos que se halló en un mercadillo de EEUU. Otra alternativa recomendable es llegar al Museo Fabergé en crucero en barco atravesando los canales de San Petersburgo. Incluso hay un embarque o muelle que está allí mismo, el cual transporta el nombre del museo y fue inaugurado en 2016.
Planeta
Entre estas 1.500 piezas resaltan los 9 huevos imperiales y los 6 huevos no imperiales. En 1952 una vivienda de subastas lo vendió por 1.200 libras a un anónimo.
Este huevo se entregaría en la Pascua, que era la fiesta más esencial de la iglesia ortodoxa en Rusia, y que tiene como práctica de celebración el dar 3 besos y regalar un huevo de pascua. Resulta anecdótico comentar que hay otro Museo Fabergé, situado en Baden-Baden . Se inauguró el 2009 por el coleccionista de arte ruso Alexander Ivanov, pero solo cuenta con un huevo de Pascua imperial, el huevo de Abedul de Carelia, y el resto de la compilación no es ni tan enorme ni tan prominente como la de San Petersburgo.
Desde 1885 trabajó para la corte imperial rusa de los Románov, si bien asimismo produjo para otras realezas europeas. La última vez que fue visto fue en 1903 en Copenhague, donde Marie Feodorovna había ido a celebrar la Pascua y el 40 aniversario de su padre como rey.
En un intento por adquirir más percibes, Joseph Stalin vendió varios de los huevos en 1927. A partir de la Segunda Guerra Mundial comenzaron a subastarse por diferentes lugares fuera de la Unión Soviética. El huevo está desaparecido desde 1917, aunque también se estima que hay una aceptable posibilidad de que haya sobrevivido en el tiempo, en tanto que en 1978 se compró un pequeño marco en forma de corazón que se abre en un trébol de tres hojas con los retratos descritos.
