Siguió los pasos de su conciudadano Francisco de Agarráis, a quien había oído predicar cuando ella tenía dieciséis años. Un par de años después escapó de su casa y renunció a los privilegios que le ofrecía su preclaro estirpe, sus riquezas y su enorme belleza. Eligió el penoso sendero de la pobreza, con la ilusión de hallar un mundo mejor, bajo el lema emblemático de Paz y bien. Hizo vender la lícita de sus progenitores cuyo importe repartió entre los necesitados.
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No existían en todas las provincias y en varias ciudades había 2 y hasta tres. “Comparto en Las Fotografías de los Lectores de La Vanguardia estas fotografías creativas de reflejos sobre la ofrenda de huevos a Santa Clara por el buen tiempo, tradición popular muy popularizada por todo el mundo”, destaca la autora de las instantáneas. La tradición marca que las parejas tienen que sugerir a Santa Clara una docena de huevos, a través de algún monasterio de las clarisas, para asegurarse que hará buen tiempo en su boda.
En realidad, el muestreo efectuado puede considerarse como un muestreo de conjuntos, puesto que el cuestionario incluía algunos apartados en que, para responderlos, la abadesa debía consultar a otras religiosas de su comunidad. La base primordial de datos la formaron las respuestas de los 35 cuestionarios cubiertos en los monasterios clarianos de las localidades citadas en la nota final.
¿Por Qué Razón Se Llevan Huevos A Santa Clara A Fin De Que No Llueva En Las Bodas?
Para ello los contrayentes tienen que visitar a las clarisas y ofrendarles con huevos. Aunque lo habitual es que se entreguen dos o mucho más docenas, asimismo se dice que estas tienen que se de trece huevos. Hablamos con las clarisas y apuntan que lo esencial es el ademán de la ofrenda más que la cantidad que se lleve al monasterio. De los sesenta conventos con los que se conectó para realizar el estudio en 1993, únicamente tres de ellos – los de Vinaroz, Murcia y Almería- eran extraños a la tradición.
Aparte de ser patrona conocida de distintos campos, se considera patrona del bien tiempo, a través de esta tradición que, si bien su origen no se sabe, todavía es practicada por miles de novias organizan el más destacable día de sus vidas. Generalmente, en 1993, no había establecida una proporción de huevos fija, dependiendo ésta de la generosidad de los donantes. Las familias acostumbraban a llevar de dos a cinco docenas, pero si las ofrendas representaban a corporaciones o instituciones, se entregan diez, doce y hasta treinta docenas. En ocasiones, las docenas eran de trece huevos y entonces se las llamaba docenas del clérigo o docenas del fraile.
Donde se charla de un estudio de 1993 en el que se contactó con sesenta conventos para saber si ellos también «padecían» este tipo de ofrendas, donde únicamente tres de ellos -los de Vinaroz, Murcia y Almería- eran extraños a la tradición de llevar huevos a Santa Clara. Llevando huevos a Santa Clara no dejará de llover, además de que se cree popularmente que requerimos los huevos para realizar repostería, y eso tampoco es verdad». El de qué forma se tiene que hacer esta tradición difiere algo de un sitio a otro en España.
En Almería no somos menos y, tanto como nos atrae sostener las migas los días de lluvia, nos encanta seguir preservando costumbres con siglos de historia. Es el caso de las ofrendas que realizan las futuras novias a las clarisas para que no llueva en el día de su boda; llevando huevos al convento de Santa Clara en Almería. Y las fiestas patronales de aquel año mantuvieron un tiempo magnífico, que, dicho sea de paso, es el tiempo normal de Galicia en la segunda quincena del mes de julio. En la actualidad nos cuentan las portavoces de las pocas religiosas de la Orden de Santa Clara habitantes en los tres monasterios que quedan en Cantabria –hace pocos años se cerró el de Castro Urdiales- de que cada vez se hacen mucho más ofrendas de huevos en petición de gracias totalmente extrañas al buen tiempo.
Notificaban asimismo las monjas de que no existía ninguna oración ad hoc, con texto establecido por la Orden que aludiera al buen tiempo. Aseguraban las religiosas que, en esencia, sus oraciones iban dirigidas a que se cumplieran los deseos de sus benefactores y, si el tiempo que se encargaba era para una boda, también encomendaban a Santa Clara la alegría y la lealtad de los contrayentes.
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Las variaciones localizadas en España en el momento de la celebración del VIII centenario del nacimiento de Santa Clara, en 1993, eran muchas. La fecha pareció buena coyuntura para poner al día las modalidades de la tradición, mucho más supersticiosa que religiosa, analizándolas y sintetizándolas, según los criterios de delimitación y homogeneidad sugeridos para trabajos de investigación histórica.
Una de las preguntas obligadas en la visita a las clarisas es la de si sigue la práctica de las novias de llevar huevos al convento para pedir a Santa Clara que no llueva el día de su boda. «Prosiguen viniendo no solo muchas novias, sino más bien asimismo amigas y familiares de ellas para traer los huevos. Es una tradición que sigue y que no se ha perdido jamás», asegura la madre abadesa. «En verano tenemos tantas docenas que aprovechamos para dar a personas necesitadas o a lugares que los necesiten como es el caso de la Cocina Económica». Los contemporáneos han revitalizado esta práctica ancestral y desde el año 1993, año en que cumplió el octavo centenario de su nacimiento, la tradición de llevar huevos a un monasterio de Santa Clara antes de una boda se ha popularizado.
