En un ubicación con enorme visibilidad pueden correr grandes distancias sin distracciones. De hecho, tienen la posibilidad de correr a 90 Km/h por 30 minutos sin parar. De la misma el moa mucho más popular, ámbas especies de aptornis, la de la Isla del Norte y la de la Isla del Sur, desaparecieron tras la llegada de los primeros maoríes a Novedosa Zelanda, que los cazaron y despejaron sus hábitats forestales.
En último caso, el estudio también enseña por qué razón el kiwi es tan diminuto comparado con sus familiares. “En el momento en que llegó a Nueva Zelanda, el papel de herbívoro grande ahora había sido ocupado por el moa, lo que forzó al kiwi a quedarse pequeño y hacerse insectívoro y nocturno”, señala Lee. Cientos de años después, los moas, unas aves gigantes que superaban los tres metros de altura, se extinguieron en el siglo XIII asimismo por culpa de los humanos. Los kiwis, si bien en peligro de extinción, aún prosiguen ahí. Las consecuencias de su trabajo van alén de la competición entre Australia y Nueva Zelanda. Los resultados implican que los kiwis, las aves elefantes y probablemente el resto de ratites vienen de un ancestro común que podía volar.
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Ñandú
«Hemos excavado este yacimiento de fósiles a lo largo de 20 años y cada año se encuentran nuevas aves y otro tipo de animales», indicó el paleontólogo Trevor Worthy, de la Facultad de Flinders, en Australia. Lamentablemente, esta enorme ave está en riesgo de extinción y su estado de conservación es “vulnerable”. Si bien esto es más bien en Asia Central, en Europa hay una mayor cantidad en estado silvestre. El cóndor californiano es mucho más pequeño que su homologo del Sur.
En contraste a los moa, los aptornis eran predadores y no herbívoros. Aptornis, la extinta ave gigante no voladora de Novedosa Zelanda, tiene entre sus parientes vivos mucho más próximos a los enanos sarothrura de Madagascar y África. Empresa líder en el ámbito de la Biotecnología, en cuyo laboratorio de diagnóstico molecular se ha desarrollado un avanzado sistema para el sexado de aves por ADN. La gruya común pertenece a la familia de las Gruidae, de ahí que tiene su enorme porte característico. Lograras avistar esta gran ave en el norte y sur de Eurasia, dependiendo de la estación. Estas aves viven en Europa y en el Centro de Asia.
Un Metro Y Siete Kilos: El Alucinante Loro Prehistórico, El Pájaro Bastante Grande Para Volar
Por supuesto no podían volar por su gran tamaño, pero podían correr de la misma forma que un avestruz. Si el albatros viajero es el ave marina más grande, el cóndor es el ave andina de mayor envergadura. Esta increíble ave está en la lista de las aves mucho más grandes porque mide 1,4 m y su extensión mide hasra 3,3 m.
Mide 1,2 m, cuenta con 3 m de extensión y pesa entre 9 y 10 kg. En la actualidad, a pesar de los sacrificios que se han hecho para resguardarlo, está en riesgo crítico de extinción. Más allá de que no un ave colosal como las aves de la lista, sí está entre las aves más grandes por su envergadura. El albatros es el ave más grande que habita cerca del mar. Estos animales viven en las estepas africanas, sitios planos y sin vegetación alta. Esto es muy favorable para ellos pues son aves corredoras.
Ciertas de estas majestuosas aves están amenazadas, Como el Ñandú o el Cóndor andino. «Posiblemente la antigua migración de aves entre Madagascar y Novedosa Zelanda haya ocurrido mediante la Antártida», dice Mitchell. «Una pregunta clave es si estuvieron presentes desde que Nueva Zelanda se apartó de los otros extractos del supercontinente Gondwana o si sus antepasados volaron a Novedosa Zelanda desde otro rincón mucho más adelante».
¿Te has preguntado de qué forma llegaron las avestruces a África sin poder volar? ¿Y los emús a Australia, o los ñandús, las avestruces americanas, a América? Los científicos llevan décadas intentando responder a estas cuestiones, en ocasiones sin bastante éxito. Este hallazgo refleja la angosta relación entre el kiwi de Novedosa Zelanda y las aves elefante de Madagascar extintas, descrita por estudiosos de la Universidad de Adelaida en 2014, sugiriendo una conexión biológica poco apreciada entre Madagascar y Nueva Zelanda.
