Quedó entonces pendiente entender cómo funcionaba la “brújula magnética” de las aves migratorias, algo que parece haber quedado despejado ahora con esta última investigación germano-británica. Aves adultas que estaban familiarizadas con su ruta de migración fueron usadas para las pruebas. Fueron expuestas a una simulación de la firma imantada de la Tierra.
Describen de qué forma el carricero común comienza su navegación desde una ‘posición imantada’ fuera de ruta. Hasta hace poco, los científicos se cuestionaban sobre el mecanismo que dejaba a las aves sentir el campo magnético de la Tierra. Estudiosos de la Facultad de Oldenburg y de la Universidad de Auckland revelan ahora este secreto de la biología. La comprobación ha tenido rincón en laboratorio, con criptocromo-4 logrado por manipulación genética de una bacteria.
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Una Brújula Magnética Interna
Las aves disponen de mecanismos cuánticos que se alteran con los campos imantados y le sirven de orientación a lo largo de las migraciones. Un sensor en la retina interacciona con su sistema inquieto para guiarlas en su vuelo. Que las especies migratorias se guían por múltiples brújulas no es una sorpresa, puesto que muchas de ellas viajan a la noche, cuando la brújula del sol no funciona. En un cielo nocturno anubarrado tampoco se puede contar con la brújula celeste. Y la brújula magnética tampoco es un recurso fiable en todas y cada una partes.
Después, investigadores del departamento de Química de la Universidad de Oxford aplicaron una novedosa gama de técnicas de resonancia magnética y óptica para estudiar esa proteína, y consiguieron demostrar su marcada sensibilidad a los campos imantados. Un conjunto de biólogos, químicos y físicos de las universidades de Oxford y Oldenburgo ha probado en el laboratorio que las aves migratorias nocturnas, como el petirrojo europeo , cuentan con un sentido imantado basado en los criptocromos , un tipo de proteína del ojo. Los carriceros usan exactamente las mismas señales imantadas experimentadas en su área de distribución natural.
¿qué Impactos Causa El Árbol Del Cielo?
«El impulso escencial fue contestar a la información imantada que estaban recibiendo». Es de la Facultad de Ciencias Naturales de la Facultad de Bangor. Vivieron todas las otras pistas sensoriales sobre su localización. Incluso luz de las estrellas y las vistas, el olor y los sonidos de su ubicación real. Y las aves proseguían mostrando el impulso de iniciar su viaje como si estuvieran en el sitio sugerido por la señal magnética que experimentaban. Los estudiosos son de las universidades británicas de Bangor y Keele.
A partir de esta conducta, los investigadores dedujeron que las aves se orientan utilizando su brújula magnética, que calibran todos los días basándose en la luz crepuscular que les llega del sol. La más atrayente de estas cuestiones por resolver es indudablemente cómo alcanzan orientarse en sus viajes. Sabemos que utilizan el campo imantado de la Tierra y que tienen algo tal como una “brújula imantada” en su cerebro, pero el mecanismo fisiológico preciso que hace marchar su sistema para la navegación todavía proporciona muchas inquietudes.
Una cigüeña puede localizar su nido en la sierra de Guadarrama en pocos días si al finalizar su migración está en un radio de varios km, pero no podría hallarlo de ningún modo si su viaje concluye en los Alpes. La comunidad científica coincide en que las aves utilizan un compás imantado de adentro para orientarse aunque las teorías difieren en lo que se refiere a cómo marcha esta clase de brújula orgánica. Una soleada tarde en Foxton Beach, Nueva Zelanda, Jesse Conklin camina hacia el marjal salobre del estuario del río Manawatu, y a unos 30 metros de un dique de arena, donde descansa media docena de agujas, instala un telescopio sobre un trípode. El científico lleva un decenio visitando anualmente este estuario, donde ha seguido a unas 160 agujas –identificables por las cintas de colores de las patas– que vuelven un año tras otro. Descubrió que cada individuo parte prácticamente en exactamente la misma fecha todos los años, aunque son lo suficiente flexibles para cambiar el día si los vientos son desfavorables. Los investigadores suponen que las agujas baten las alas durante la mayor parte del viaje, incluso en el momento en que aprovechan los vientos, al paso que otras especies, como los albatros, planean.
”, o si toda esta charla es para congregar a las que quieran partir», comenta Conklin. Cuando unas pocas se meten en el agua para bañarse y acicalarse, sabe que ese comportamiento puede ser la señal de su partida. Para descubrir si las agujas muestran exactamente los mismos patrones de sueño a lo largo del vuelo, se precisan unas baterías mucho más pequeñas, un propósito que, según Rattenborg, está al caer.
