Mirad Las Aves Del Cielo Que No Siembran Ni Siegan

Dios quiera que el hombre pudiera ser de nuevo niño un día para entender que está equivocado si piensa localizar con una chequera la alegría…. Diógenes cada vez que pasaba por el mercado se reía por el hecho de que decía que le causaba mucha gracia y al unísono le hacía muy feliz ver cuántas cosas había en el mercado que él no necesitaba. Buscar a Dios es encontrarse con uno, si tienes fe moverás al planeta lo demás viene después.

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En sentido biológico no resulta exagerado afirmar que nos dirigimos hacia un averno. Bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos será el Reino de los cielos, que si se me deja , incluye la tierra, a pesar de que los hombres no aprenden nunca. Mira las aves del cielo, no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros pero Dios las alimenta. Aprende de ellas, no sirve tu sabiduría por el hecho de que ni un solo metro agregará a tu existencia. Las aves siguen siendo un signo de los tiempos, un auspicio que debemos interpretar como los viejos augures y como nuestro Jesús, que nos solicitó que las mirásemos atentamente. Alcemos ya que la visión al cielo y contemplemos las aves para no perder jamás la capacidad de volar.

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Pues, sé la hierba del campo que hoy es y mañana se echa al fuego, el señor la pinta hermosa, qué no va a haber de llevar a cabo contigo, amigo de poca fe, que fuiste hecho a semejanza de Él. Almacenar mi nombre, correo y portal web en este navegador para la próxima vez que realice un comentario. Sacando algún ejemplar extraño son los pájaros los animales mucho más estimados en general. Llegan a sobrepasar aquel ‘rencor’ inicial de ser los portadores de la primera gran decepción vital, la de revisar que hasta lo más sagrado puede ser mentira.

Auspiciar, del latín auspiciare, significa adivinar o predecir, literalmente mirar las aves . La observación atenta de los pájaros –un auspicio– era una práctica común en el mundo viejo a través de la que los presagies adivinaban lo que iba a suceder. Las aves eran mensajeras de los dioses, de ahí que conocerlas e interpretar sus comportamientos fuese una cuestión vital. El papa Francisco nos ha convocado a cuidar a los más enclenques, especialmente a los pobres, deberíamos escucharlo. Y esta llamada del papa Francisco es asimismo, quizás muy especialmente, para los que tienen poder económico para cambiar las cosas. Creíamos, hasta que comprobábamos que el Padre celestial no nos hacía ni caso y cuando apretaba el apetito había que regresar con la frente marchita.

Mirad Las Aves Del Cielo… (mateo 6,

Los pingüinos son el grupo más conocido de estas aves, si bien hay muchas más –unas 60 especies– como el avestruz, el faisán, el ñandú, el emú o el kiwi. Las aves, como el resto de las formas de vida, han atravesado épocas de extinción y temporadas de radiación evolutiva. Hoy en día, gracias a la rápida transformación de los ecosistemas terrestres por la acción humana, se ha acelerado su ritmo de extinción.

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Somos instrumentos de Dios para cuidar de los que no tiene nada o sufren. Somos copartícipes de esa justicia distributiva que Dios desea, haciendo que todos los seres puedan vivir en un mundo equitativo y justo. El Padre celestial cuida las criaturas, que ni tejen ni hilan, mediante nosotros. Estos pajaros pequeños pertenecen a la Creación, y el conjunto de exactamente la misma las cuida en el orden natural decidido por Dios para el grupo de las criaturas. Nosotros deberíamos llevar a cabo lo mismo imitando a san Francisco, y de este modo podríamos ver a las otras personas y a los otros seres de la creación de otra manera, estableciendo las profundas relaciones que san Francisco logró. Posiblemente seríamos mucho más contentos y el planeta en su conjunto funcionaría mejor.

El papa Francisco nos convoca a cuidar la naturaleza y al resto de los seres humanos, en especial a los pobres. Con esta idea vuelvo al pasaje de San Mateo, y leemos que el Padre celestial cuida sus criaturas. ¿No somos nosotros responsables en la tierra de cuidar a las criaturas que ni tejen ni hilan?

Pero la culpa la pagaba el cura, que nos lo contó, y no las aves del cielo que habían sido usadas para la parábola. Realizado con la colaboración de un enorme aparato de gentes de Iglesia, buscamos aproximarnos, con una observación y una sensibilidad fiel, al planeta de hoy. Queremos llevar a cabo meditar, contribuir a opinar, ser críticos, lúcidos y capaces de prestar espacios de diálogo y encuentro. Los helenos empleaban el término averno (áornos) para designar los avernos. Etimológicamente, averno significa «sin pájaros», el lugar al que no se acercan las aves. El averno es, por consiguiente, un espacio sin aves, sin vaticinios, sin sueños, sin futuro.

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