La gallina posee mucho más de 4.000 óvulos microscópicos y únicamente una achicada una parte de ellos se desarrolla para constituir la yema, pero si no hay gallo, es imposible la fecundación de los huevos. Es lo que pasa en las huertas dedicadas a la producción de huevos, donde solo hay gallinas y ningún gallo. De esta forma, los huevos que se comercializan no están fecundados y, por tanto, de ellos no pueden nacer pollitos, tal y como explican desde Fincas Casarejo, expertos en productos relacionados con la avicultura de ocio. En cambio, si lo que quieres es tener pollitos, por supuesto precisarás un papá. En las granjas de producción de huevos solo hay gallinas ponedoras y no hay gallos, por lo que los huevos que se comercializan no están fecundados y, por consiguiente, no se pueden incubar para que nazcan pollitos. Por eso, comunmente, una gallina pone huevos hasta el momento en que el nido se encuentra lleno, una media de entre diez y 12.
Su esperma se deposita en la cloaca de la gallina y puede fertilizar los huevos hasta tres o 4 semanas tras la cópula. De la misma sucede con otras aves, el gallo y la gallina realizan un interesante ritual de apareamiento. En el momento en que el gallo capta que ella está receptiva comienza a llevar a cabo una suerte de baile a su alrededor.
Hay algunas razas, como la sedosa, que tienen mayor predisposición a encluecarse. Si bien es verdad que no es un comportamiento único, podemos decir que lo común es que la reproducción de las gallinas se realice en los meses menos fríos. La primavera y el verano son las estaciones en las que más procrean.
Durante exactamente la misma, el óvulo va desde la ovoteca, pasa por el oviducto, luego a la cloaca y atraviesa la cavidad destinada a la excreción, abierta al exterior. En el momento en que, ciertamente, un gallo ha puesto su granito de arena, a las tres semanas de ese huevo saldrá un pollito. La gallina bankiva, una variedad de la gallina primitiva, procedente del sudeste asiático, apenas ponía unos veinte huevos al año. Si se escoge a poner gallo, ha de ser de exactamente la misma raza o al menos de tamaño proporcional al de las gallinas, pues si fuera más pequeño terminaría fatigado con los intentos de monta.
En el momento en que este último paso se hizo, los 2 animales se apartan y el gallo comienza la búsqueda del siguiente ejemplar a fecundar. Así que si tiene en el hogar un niño con muchas ganas de tener un pollito, inténtelo con un huevo de codorniz. No hay garantías, pero sí considerablemente más posibilidades que con uno de gallina de hallar un nuevo integrante de la familia.
La gallina va a poner un huevo cada día durante un máximo de diez días seguidos. Cuando la gallina se enclueca, interrumpe su puesta y se echa sobre los huevos que ya tiene. Vas a saber que tu gallina está clueca si se resiste a dejar el nido y además emite el característico «clo, clo, clo».
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Por su parte, la hembra inicialmente va a salir corriendo, pero por último bajará la cabeza para señalar que está lista para copular.
«Esto supondría un agobio para las aves, además de un despilfarro de energía», indican. Las gallinas suelen poner huevos hasta el momento en que el nido está lleno, unos diez o doce. Sin embargo, tienen la posibilidad de llegar a poner unos 300 huevos al año, prácticamente uno por día, debido a la acción humana.
