Los yacimientos de huellas fósiles del Oligoceno son escasísimos a nivel mundial, de ahí que, el yacimiento de La Sagarreta es singularmente singular. Conserva la mayor concentración de tipos diferentes de icnitas descritas en un solo yacimiento de esta edad. Además de esto, en el Oligoceno del norte de España son escasísimos los yacimientos con huesos fósiles, con lo que las icnitas de Sagarreta se encuentra dentro de las pocas formas de acercarnos a la biodiversidad los vertebrados terrestres que vivieron en el sector central de la Cuenca del Ebro. Esto explica por qué la identificación de los dinosaurios causantes de las huellas del registro fósil no puede realizarse a nivel concreto, sino solo a nivel de enormes taxones (orden, familia, etcétera.). El modo perfecto en de qué forma se forma y sobre todo, cómo se puede proteger una huella de dinosaurio durante muchos millones de años es una de las cuestiones que siempre está presente después de cualquier charla o de cualquier visita a un yacimiento paleoicnológico.
Las icnitas de ave se asemejan a huellas actuales de especies limícolas como el correlimos o la gallineta común al paso que las de mamíferos preservan información «de un momento clave en la evolución de estos vertebrados». Además de esto, los yacimientos paleoicnológicos de dinosaurios no acostumbran a hallarse de manera apartada sino, por el contrario, suelen estar abarcados en una gran zona geográfica consecuencia de una historia geológica y geográfica comunes. Existen yacimientos constituidos por uno o múltiples niveles estratigráficos que se extienden incluso varios cientos de kilómetros cuadrados, englobando un área con una historia paleobiológica y paleoecológica común. Estas grandes áreas recibieron en inglés la denominación “megatracksites” o, en castellano, megayacimientos.
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Investigación Científica
Existen otras peculiaridades, extrínsecas a la composición del sustrato, como son posibles alteraciones locales, inclinación, obstáculos eventuales, etcétera., cuya interacción puede ocasionar una variabilidad verdaderamente destacable. La valoración de estas especificaciones no es un inconveniente de fácil resolución y pide la observación y el estudio de eventos actuales que dejen estimar su relevancia relativa. Las condiciones más favorables se generan en lugares de viable vida de viejos lagos, deltas, costas y llanuras fluviales.
Por servirnos de un ejemplo, ciertas tribus de indios norteamericanos han plasmado sus pinturas sagradas muy cerca de increíbles yacimientos de icnitas e inclusive algunas tribus adornaron algunas prendas rituales con dibujos de icnitas tridáctilas de dinosaurios. En el momento en que un asteroide de 14 km de ancho impactó en la Tierra hace 66 millones de años, explotó con una fuerza mayor a la de un millón de bombas atómicas y aniquiló a tres cuartos de la vida del planeta, los dinosaurios no aviares incluidos. Pero sabemos que algunos miembros del árbol genealógico de los dinosaurios subsistieron, saliendo a delante a duras penas en el planeta posterior al encontronazo y proliferando para transformarse en las aves modernas. Si bien el registro fósil es demasiado poco aún para reconstruir con detalle el camino de estos predecesores recurrentes de todas y cada una de las aves, estudios recientes dejan realizar ciertas conjeturas.
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“Al analizar el desarrollo óseo, podemos observar toda una secuencia de aspectos evolutivos», enseña Fabien Knoll, creador principal y también investigador del Interdisciplinary Centre for Ancient Life, en la Universidad de Manchester y de ARAID – Dinópolis en España. El regreso de los bosques maduros podría haber tardado miles de años, según los estudiosos, y su composición quedó cambiada para toda la vida. «Este incremento de los helechos piensa la prueba de “la flora del desastre”, especies vanguardistas que recolonizan rápidamente el terreno abierto, como podemos consultar hoy en día en el momento en que los helechos recolonizan los ríos de lava en Hawái o los deslizamientos de tierra tras las erupciones volcánicas», asegura Bercovici. «Sin él, no nos hubiéramos enterado de que el cráneo estaba en el bloque de piedra. Además de esto, nos dejó estudiarlo en aspecto sin la necesidad de extraerlo mecánicamente de la roca, lo que probablemente hubiera perjudicado a su integridad», añade Benito.
En este momento, un nuevo estudio, dirigido por Arnau Bolet, paleontólogo del Centro Catalán de Paleontología Miquel Crusafont y la Facultad de Bristol en el Reino Unido, reta este punto de vista al sugerir una radiación mucho más temprana de este conjunto. En el estudio, efectuado adjuntado con Michael Benton, Tom Stubbs y Jorge Herrera-Flores de la Facultad de Bristol, se llegó a la conclusión de que este conjunto de reptiles probablemente adquirió una extensa selección de adaptaciones durante el Jurásico (hace entre 201 y 145 millones de años), bastante antes de lo que se creía. El aparato, comandado por la Facultad de Cambridge, piensa que el nuevo fósil contribuye a aclarar por qué las aves sobrevivieron al acontecimiento de extinción masiva en el final del período Cretácico, mientras que los dinosaurios colosales no lo hicieron. Un equipo en todo el mundo de paleontólogos ha reconocido el fósil mucho más viejo de un pájaro moderno encontrado hasta hoy, que data de la edad de los dinosaurios, según publican en la revista \’Nature\’.
Hasta ahora nadie ha citado un descubrimiento similar que sea previo a esta fecha, con lo que consideramos el año 1802 como el comienzo oficial de la Paleoicnología de dinosaurios. Faltaban unos cuantos años para los primeros descubrimientos en Inglaterra (Iguanodon se descubrió en 1822 y la primera publicación de Gideon Mantell fue en 1823). Por servirnos de un ejemplo, los investigadores deberían continuar intentando encontrar pruebas geológicas de incendios extendidos en las rocas de todo el mundo para seguir reuniendo razonamientos a favor de la deforestación global.
De este modo, la formación de un icnita de un dinosaurio y su posterior preservación en el registro fósil necesita de un contexto conveniente. Las condiciones convenientes para la capacitación de las icnitas se generan generalmente en situaciones de carácter regresivo, o sea, en el momento en que se produce una retirada progresiva de las aguas o una bajada del nivel freático. De esta manera puede ocurrir que una gran superficie sedimentaria quede expuesta y lista para ser pisada por la actividad diaria de muchos organismos, en especial los vertebrados. Por el contrario, un fenómeno transgresivo, o sea, un sedimento que quede cubierto por agua o que se vea puesto en compromiso por una riada o por una inundación hace difícil en extremo este proceso de producción de huellas. En un caso así, la formación de las icnitas es realmente difícil y, caso de que se produzcan, lo mucho más probable es que sean en el instante destruidas por las situaciones energéticas del medio.
