Años después supimos que aquel encontronazo, provocado por un meteorito de cuando menos diez km de diámetro, es exactamente el mismo que eliminó a los dinosaurios de la faz de la Tierra hace 66 millones de años. El aparato tiene planeado seguir estudiandoel instante preciso en el que se recuperaron los bosques y la evolución temprana de las aves para intentar saber de qué forma sobrevivieron y evolucionaron tras la extinción de los dinosaurios. El creador jefe del estudio, Daniel Field de laUniversidad británica de BathseñalA, en un aviso, que han llegado a la conclusión de que»la devastación de los bosques tras el impacto explica que las aves que vivían en árboles no sobrevivieran a la extinción».
Hace 66 millones de años, un meteorito impactó con el mundo Tierra, en la presente península del Yucatán, en México. Este suceso provocó la extinción del 75% de especies, incluyendo los dinosaurios. Por poner un ejemplo, los investigadores deberían continuar intentando encontrar pruebas geológicas de incendios extendidos en las rocas de todo el planeta para proseguir reuniendo razonamientos en pos de la deforestación global. Field y sus colegas asimismo esperan completar los vacíos del registro fósil de aves, que es poco en los primeros millones de años tras el impacto. Hace unos años que se conoce que no se extinguieron totalmente, ya que las aves son un grupo de terópodos que subsistió a la crisis de hace 66 millones de años.
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El regreso de los bosques maduros podría haber retrasado miles de años, según los estudiosos, y su composición quedó cambiada para siempre. El fósil de Ichthyornis de Kansas, un hallazgo sin precedentes, contribuye una exclusiva visión sobre la evolución de las aves. La única seguridad es que sin la caída del asteroide –combinada con otros eventos como el vulcanismo – el planeta, así como el día de hoy lo conocemos, sería completamente distinto. “El juego intelectual sería, quizás, si los dinosaurios no se hubieran extinguido ciertos de ellos podrían ser bípedos, perdido la cola, creado el cerebro y ser como los lagartos aquellos de la serie V”, afirma Alcalá. Pero en la película no mencionan a estos vertebrados voladores, sino más bien a los extintos de gran tamaño, como tiranosaurios o ceratópsidos.
Al equiparar el feto de un reptil, un ave, un pez y un humano, se tienen la posibilidad de ver sus diferencias. Son muy diversas, algo que se puede observar en las diferencias que hay entre pingüinos, gorriones o águilas, entre otros muchos. La mayoría de los dinosaurios fueron eliminados, pero un grupo sobrevivió. Todo se volvió más frío, las plantas fallecieron y gracias a las bajas temperaturas y a la oscuridad, las novedosas no se desarrollaron bien. Enormes erupciones volcánicas se sumaron además a las malas condiciones de vida. Los dinosaurios fueron la clase dominante a lo largo de muchísimo tiempo, en un pasado muy remoto.
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En cambio, las aves poseían un parche único que abarcaba la parte frontal de la cara. El registro de fósiles, tanto plantas como aves, sugiere «múltiples» evidencias de que las cubiertas forestales se derrumbaron, con lo que las aves que vivían en las ramas se extinguieron por el hecho de que ya no había ramas», explicó en un comunicado Regan Dunn del Field Museum de Chicago (EE.UU.). Además de esto, un análisis de las aves fósiles mucho más rebosantes en el Cretácico Superior —un conjunto primitivo conocido como enantiornitas— sugiere que la mayor parte vivía en los árboles. Ninguna de estas aves sobrevivió, algo que los autores suponen que se debió a que su hábitat desapareció completamente. Quizá se deba a que el impacto y sus secuelas destrozaron los bosques de todo el planeta, provocando la extinción en masa de aves prehistóricas arbóreas, según argumenta un equipo de estudiosos en la gaceta Current Biology.
Los investigadores hallaron que las tasas metabólicas aumentaron regularmente durante la mayor parte de entre los periodos del Jurásico Temprano y Medio (hace precisamente entre 180 y 170 millones de años). Comprobó que con tan solo un par de cambios genéticos era viable retrotraer la cara de un ave, hacia algo similar a la cara de un dinosaurio. Estos investigadores mapearon la actividad de los genes en caimanes, pollos, ratones, lagartos, emús y tortugas. Para eso recurrió a la combinación de la evolución, la genética y de la biología del desarrollo.
“Si lo hemos hecho con algunos mamíferos, no veo problemas para llevarlo a cabo con algunos dinosaurios”. El discurso fantástico de las novelas y el cine ha inventado trucos para justificar la coexistencia de humanos y dinosaurios –como mundos perdidos y recuperación genética–. Otros filmes le han dado alguna vuelta de tuerca más, como el amaestramiento que planteaba la última película de la saga Jurassic World .
“La domesticación de animales actuales se podría reproducir igual con algunos –no sé si pocos– dinosaurios. Es de sospechar que los carnívoros evolucionados y de pequeño tamaño serían tan amaestrables como lo son hoy día sus familiares cercanos, los papagayos o las aves rapaces”, recomienda Ortega. En el escenario que propone lo más reciente de Pixar –y muchas otras producciones cinematográficas anteriores– conviven dinosaurios no aviarios con humanos. Esto es algo que no ocurrió en la narración de la vida en la Tierra, con lo que charlar de ello es pura ciencia ficción. Para los autores, estos análisis dan una secuencia temporal tentativa de las transiciones clave en la evolución que resultaron en la aparición de pequeños dinosaurios voladores, endotérmicos y con plumas. En un diagrama fácil, se revelaría un ancestro común entre los reptiles y las aves, que eran los sauropsidos.
