Como Se Juega El Gallo Gallina

Como actividad carnavalesca, promovida eminentemente por «los quintos del año», pervivió desde hace tiempo esta práctica en distintos sitios de España.

Hemos actualizado su política de intimidad para cumplir con las alterables normativas de privacidad internacionales y para darle información sobre las limitadas formas en las que utilizamos sus datos. El zorro ronda cerca y los huevos aún no han eclosionado. Mientras que tengamos la protección de los gallos no tendremos nada que tener miedo. El jugador presenta una carta «zorro» a un contrincante, y le solicita una carta «huevo».

En las huertas de producción de huevos solo hay gallinas ponedoras y no hay gallos, con lo que los huevos que se comercializan no están fecundados y, por tanto, no se tienen la posibilidad de incubar para que nazcan pollos. Justo ayer lo probé en casa de mi sobrina y mi hermano mayor. Pero nosotros cambiamos una regla, carece de sentido que 2 gallinas empollen exactamente el mismo huevo, así que en vez de necesitar dos gallinas para explotar un huevo, precisábamos una gallina y un nido. Al principio jugaban a que si un jugador usa un zorro, se queda con ese huevo (no sé como es en las reglas originales), pero no lo hemos visto demasiado lógico, así que hicimos que con el zorro, el huevo se suprime, o sea, vuelve con el resto de huevos de la reserva. Y Transcribo de forma directa la charla mantenida con D.

«Piñatas», «Cintas y argollas» en ocasiones han venido a representar el papel del «gallo». Este, probablemente, ocupó el sitio de otro «ente», se transformó en su símbolo. A mi parecer, el ave -en las formas hispánicas que he tratado- no encarna el «espíritu del grano», como suponen las teorías de Frazer, sino es sustituto en el sacrificio totémico, del macho mismo, del ser humano. Resulta indicativo que la «fiesta de gallos» se realizara por Carnaval y en Santa Agueda, siendo ambos períodos propicios a «la inversión de poderes». Como en ritos semejantes de agresividad femenina -por poner un ejemplo en la «Pinochada» de Vinuesa- las mujeres se organizan en «cofradías» para festejar el sacrificio.

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En las prácticas aquí estudiadas se produce la decapitación del ave, lo que podría interpretarse como una victoria -pasajera y controlada por el hombre adulto- sobre la autoridad patriarcal. El hecho de que sean las mujeres o los jóvenes a veces pequeños en la «Piñata»- quienes decapitan al gallo me semeja singularmente importante. El hombre adulto, cuando participa, lo hace colaborando con el gallo, impidiendo con los movimientos de la cuerda, que el animal sea alcanzado.

En el presente trabajo, y con la intención de saber los orígenes y significación de tales fiestas y ritos, se contrastan manifestaciones tradicionales de uno y otro lado del Océano, de América y España. Con el ejercicio de «correr los gallos» (muy, muy antiguo juego que ya divertía a nuestros mozuelos del Siglo de Oro) están conectadas, probablemente, exhibiciones galantes como «correr las cintas» y actividades popularísimas como la de romper las «Piñatas». En los países de tradición hispana el gallo es uno de esos animales que, como el toro, ha generado costumbres prodigiosamente preservadas y, también, expresiones, refranes y dichos. Prototipo del «machismo» y también, aun, de la «chulería», simboliza valores tan dudosos como representativos de nuestra cultura.

Hemos visto que en Burgos la celebración adquiría recubrimientos eróticos de paradójica significación en el momento en que unas jóvenes acariciaban el gallo y otra, la última, lo inmolaba hiriéndolo allí en donde el resto previamente lo habían tocado con suavidad. En el siglo XIX la costumbre de la «fiesta de gallos» debía disfrutar aún de bastante difusión, siendo referida por Basilio Sebastián de Castellanos al charlar de las fiestas populares de La capital española. Hasta hace pocos años se vino llevando a la práctica en pueblos de Zamora , Soria (Calatañazor), La Alcarria, el País Vasco, Galicia… Pero también tal fiesta se hacía revistiendo los letras y números de una representación o sátira de ejecución y juicio, de forma que múltiples personas se disfrazaban de soldados y ensayaban unos parlamentos en general compuestos por poetas locales. En los versos era práctica satirizar los hechos absurdos o censurables acaecidos en el pueblo durante ese año.

Aparte de constituir, para el lenguaje y mentalidad populares, un claro prototipo del macho, el gallo figura como centro de ciertas fiestas y costumbres. El Méjico, fué un juego tradicional que se practicaba en las «charreadas», «correr el gallo», o sea, perseguir a caballo un gallo que otro jinete llevaba en su brazo extendido. Son, evidentemente, famosísimas en Latino-América las peleas de gallos, sanguinolento y revelador exponente de la rivalidad entre «machos», pero otros juegos y fiestas también se hallan similares con este insolente animal. En América y en España se han practicado -y aún se practican en ciertos lugares las llamadas «Fiestas de gallos» en las que se «corre» o persigue al ave. A veces el gallo es enterrado quedando sólo al descubierto su cabeza, a la que se degüella con una hoz o una espada.

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